Se denomina literatura medieval a todos aquellos trabajos escritos principalmente en Europa durante la Edad Media, es decir, durante aproximadamente mil años transcurridos desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta los inicios del Renacimiento a finales del siglo XV. La literatura de este tiempo estaba compuesta básicamente de escritos religiosos, concepto amplio y complejo, que abarca desde los escritos más sagrados hasta los más profanos. A causa de la gran amplitud espacial y temporal de este período se hace difícil hablar de la literatura medieval en términos generales sin caer en simplificaciones. Por ello, es más adecuado caracterizar las obras literarias por su lugar de origen, su lenguaje o su género.
2.1. El Anonimato.
Una gran cantidad de obras pertenecientes a la literatura medieval son anónimas. Esto no es debido únicamente a la falta de documentos de este período, sino también a que el papel que jugaban los autores en aquella época difiere considerablemente de la interpretación romántica del término en la actualidad. Los autores medievales estaban sometidos a menudo a los escritores clásicos y a los Padres de la Iglesia católica, y tendían a reescribir historias, que habían oído o leído, de forma embellecida, más que a crear historias nuevas.
2.2. Literatura Religiosa.
Los trabajos relacionados con la teología fueron el tipo de literatura dominante a lo largo de la Edad Media; el clero [católico] era el centro intelectual de la sociedad en esta época, razón por la que su producción literaria fue, la más extensa.
Numerosos himnos de esta época han sobrevivido al paso del tiempo, tanto litúrgicos como paralitúrgicos. La liturgia en sí misma no estaba establecida y numerosos misales competían y alegaban concepciones individuales de la misa. Ciertos estudiosos religiosos como Anselmo de Canterbury, santo Tomás de Aquino y Pierre Abélard escribieron largos tratados sobre teología y filosofía, tratando de reconciliar las enseñanzas de los autores griegos y paganos romanos con las doctrinas de la Iglesia católica. Las hagiografías, o las vidas de los Santos, también fueron escritas principalmente durante este período, a modo de estímulo para el devoto y de advertencia para el resto.
La Leyenda Dorada de Santiago de la Vorágine alcanzó tal popularidad que, en su tiempo, fue probablemente leído más a menudo que la Biblia. San Francisco de Asís fue otro prolífico poeta y los seguidores de su orden, los franciscanos, solían escribir poemas como una expresión de su piedad.
2.3. Literatura profana.
La literatura laica en este período no fue tan productiva como la literatura religiosa aunque gran parte del material ha sobrevivido y poseemos hoy una gran cantidad de obras de la época, crítica con la corrupción del clero.
El nacimiento de un nuevo tipo de literatura en la época medieval puede ejemplificarse en el cambio de sentido de la palabra “romance”. El nuevo sentido de la palabra como sustantivo indica la creación de un nuevo género.
El tema del amor cortés cobró importancia en el siglo XI, especialmente en las lenguas romances, principalmente el francés, el Castellano, el provenzal, el gallego y el catalán, y en las lenguas griegas, dónde los cantantes ambulantes — los trovadores — se ganaban la vida con sus canciones. Los escritos de los trovadores suelen ir asociados al anhelo no correspondido, pero no siempre es así, como se puede ver en la Alborada.
Además de los poemas épicos típicos de la tradición anglo-germánica, como el Beowulf o el Cantar de los nibelungos, otros poemas épicos incluidos dentro de los cantares de gesta como el Cantar de Mío Cid, el Cantar de Roldán y el Digenis Acritas, que tratan sobre Francia y las canciones acríticas respectivamente, y los amoríos corteses a la manera de la cortesía romance, que tratan sobre Bretaña y Roma, lograron alcanzar una gran popularidad. El romance cortés no se distingue únicamente de los cantares de gesta por los temas tratados, sino también por su énfasis en el amor y en el código de honor de la caballería, en lugar de centrarse en acciones de guerra.
También se pueden encontrar en este período poesías políticas, especialmente a finales de la Edad Media, escritas tanto por clérigos como por escritores laicos, que utilizaban la forma del goliárdico. La literatura de viaje también fue muy popular en esta época, cuyos escritos entretenían a la sociedad con historias de fabulosas tierras (si no embellecidas, muchas veces falsas) más allá de las fronteras que la mayoría de las personas nunca habían cruzado. Cabe destacar la importancia de los peregrinajes en esa época, especialmente el de Santiago de Compostela, fuente de fábulas e historias influidas por la prominencia de los Cuentos de Canterbury de Geoffrey Chaucer.
2.4. Literatura escrita por mujeres.
Aunque las mujeres en el período medieval no se encontraran en igualdad de condiciones con los hombres (de hecho, abundaban los folletos misóginos, aunque muchas sectas, como los cátaros, ofrecían derechos y un estatus mayor a la mujer), algunas mujeres fueron capaces de utilizar su habilidad con la palabra escrita para ganar renombre. La escritura religiosa fue la opción más fácil para ellas — las mujeres que eran posteriormente canonizadas como santas solían haber publicado sus reflexiones, sus revelaciones y sus oraciones. La mayor parte de los conocimientos actuales acerca de las mujeres en la Edad Media han sido adquiridos a través de los trabajos llevados a cabo por monjas como Clara de Asís, Brígida de Suecia y Catalina de Siena.
Las mujeres también escribieron algunos textos influyentes entre los escritos laicos — las reflexiones en el amor cortés y en la sociedad por Marie de France y Christine de Pizan continúan siendo estudiadas por sus avanzados puntos de vista de la sociedad medieval.
2.5. La división estamental.
Hacia finales del siglo XI se afianza en Europa un modelo trifuncional de la sociedad que tiene su origen en la estructura de los pueblos indoeuropeos y que continuará hasta las revoluciones burguesas del siglo XVIII. En algunos casos, rasgos de esta estructura pervivirán, en las sociedades de Antiguo Régimen, hasta el fin de la Primera Guerra Mundial.
Dicho modelo basa la estructura social en tres estamentos: oratores, bellatores, laboratores, es decir, los que rezan, los que guerrean y los que trabajan, siendo el modo por el que las élites religiosas, políticas y económicas justificaban su preeminencia sobre el resto de la sociedad. La continuidad histórica de este esquema así como sus variaciones tanto sociales como lingüísticas (del latín a las lenguas romances), quedará reflejada en numerosos textos literarios que han servido para la defensa de dichos esquemas por parte de los estudiosos en la materia.
Esta estructura tripartita ya se había mostrado, de algún modo, en textos anteriores que se habían ido transmitiendo a lo largo de los siglos. Hay que recordar que la Edad Media tuvo más de continuista que de rupturista.
En el ámbito hispánico la reaparición del esquema trifuncional se dará en el siglo XIII en dos textos jurídicos: los Fueros de Aragón, en la versión de la Compilación de Huesca (1247), y Las Partidas de Alfonso X (1256-1265) en donde la división oratores, bellatores, laboratores aparece claramente definida.
La poesía lírica es la forma poética que expresa tradicionalmente un sentimiento intenso o una profunda reflexión, ambas ideas como manifestaciones de la experiencia del yo. Para los griegos antiguos la lira era un instrumento musical creado por Hermes o Polimnia y de cuya ejecución, entre otros, se encargaba Erato, la musa griega de la poesía. Aristóteles, en su Poética (ca. 330 a. C.), hace mención a la poesía lírica (para ser cantada junto a la cítara) junto a la dramática, la epopeya, la danza y la pintura como otras formas de mimesis. El adjetivo «lírico» aparece por primera vez en el siglo XV, haciendo mención a la poesía griega antigua que era cantada y distinguida de esta manera de la poesía dramática o narrativa y en el siglo XVI se define más como una forma de expresión más subjetiva, que concierne principalmente al dominio de los sentimientos privados.
La poesía lírica popular se refiere a canciones, cantos y romances, que se caracterizan por:
- El autor que transmite un determinado estado de ánimo, es decir, la poesía lírica se suele caracterizar por la introspección y la expresión de los sentimientos.
- Un poema no narra una historia propiamente dicha, en él no se desarrolla una acción, sino que el poeta expresa, de manera inmediata y directa, una emoción determinada.
- La poesía lírica exige un esfuerzo de interpretación al lector, que debe estar, cuando menos, algo habituado a esta forma de expresión literaria.
- Suele haber una gran acumulación de imágenes y elementos con valor simbólico.
- La mayoría de los poemas líricos se caracterizan por su brevedad: no es frecuente que sobrepasen los cien versos. Debido a esa brevedad, hallamos una mayor concentración y densidad que en el resto de géneros literarios.
- Un poema es la expresión directa del sentimiento del poeta al lector; esto es, debe ser considerado una especie de confidencia hecha a solas.
- La poesía lírica, al ser eminentemente subjetiva y estar expresada, con gran frecuencia, en primera persona, se convierte, así, en un relato autobiográfico, aunque no hemos de confundir el yo del poema con el autor que hay detrás, ya que puede estar expresando unos sentimientos que no siente en realidad, con lo que el poema no sería más que un ejercicio estético.
- Los poemas suelen ajustarse a unas normas formales que los caracterizan: versos, estrofas, ritmo, rima, englobadas todas ellas bajo la denominación de métrica. Además, con el fin de lograr un discurso lo más bello posible, o una crítica a la sociedad, los autores se valen de los recursos literarios o estilísticos.
- La unión de la temática sentimental, la métrica, la depuración lingüística y los recursos literarios recibe el nombre de poética. Así, la poética de un autor o de un movimiento literario concreto será el conjunto de rasgos que los caracterizan e individualizan frente a otros autores o movimientos literarios, respectivamente.
4. EL ROMANCE (POESÍA).
El romance es un tipo de poema característico de la tradición literaria española, ibérica e hispanoamericana compuesto usando la combinación métrica homónima (octosílabos rimados en asonante en los versos pares). No debe confundirse con el subgénero narrativo de igual denominación.
El romance es un poema característico de la tradición oral, y se populariza en el siglo XV, en que se recogen por primera vez por escrito en colecciones denominadas romanceros. Los romances son generalmente poemas narrativos de una gran variedad temática, según el gusto popular del momento y de cada lugar. Se interpretan declamando, cantando o intercalando canto y declamación.
4.1. Origen y pervivencia.
Los romances han llegado a nosotros a través de varios caminos:
- Cancioneros manuscritos como el famoso Cancionero musical de Palacio, que conserva las canciones de la corte de los Reyes Católicos; contiene 38 romances.
- Antologías impresas, como el Cancionero general recopilado por Hernando de Castillo y publicado en 1511; entre sus muchos poemas, hay 48 romances; hubo muchas más de estas antologías.
- Romanceros, es decir, volúmenes formados exclusivamente por romances, como el famosísimo Cancionero de Romances publicado por el tipógrafo Martín Nucio en Amberes, hacia 1547, que suscitó la imitación de la llamada generación de poetas romancistas (Lope de Vega, Miguel de Cervantes, Luis de Góngora...); fueron también muchos los romanceros que se publicaron después.
- Pliegos sueltos; eran cuadernillos de cuatro hojas, que se vendían por ferias y ciudades, a muy bajo precio; por su fragilidad, se han perdido en su mayor parte: hoy se conservan sólo unos doscientos cincuenta del siglo XVI en diversas bibliotecas del mundo, que los guardan como objetos preciadísimos.
- La tradición oral moderna. En efecto, el pueblo continúa aún (pero cada vez menos: los barren las canciones modernas difundidas por la radio y la televisión) cantando romances; se han recogido en la Península, en Canarias y en Hispanoamérica; y también entre las comunidades sefardíes.
4.2. Tipos de Romances.
Existen diferentes tipos de romances, atendiendo a diferentes criterios, así:
Por su cronología:
- Romancero Viejo: el que proviene de la descomposición de antiguos cantares de gesta castellanos, de autor anónimo, no dividido en cuartetas y que se origina fundamentalmente en los siglos XIV y XV y transmitido de forma oral de padres a hijos.
- Romancero Nuevo: el creado a imitación del Romancero Viejo por autores conscientes, transmitido por vía escrita en colecciones de romances o Cancioneros de romances de pliegos de cordel y dividido en pequeñas estrofas o cuartetas de cuatro versos, que abarca toda la producción de romances entre los siglos XVI y XXI. Compusieron estos romances Cervantes, Lope de Vega, Quevedo, Luis de Góngora, Meléndez, el Duque de Rivas, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, la Generación del 27 (Federico García Lorca y otros)....
Por su Estructura:
Son tres las estructuras que aparecen:
- Romance escena: se trata del momento más dramático, emotivo o culminante de una historia cuyo principio y fin no se refiere; por ejemplo, El infante Arnaldos o el Romance del prisionero.
- Romance historia: narran una historia con principio y fin; por ejemplo, el Romance del Conde Olinos.
- Romance con estribillo: utilizan un estribillo, como el romance ¡Ay de mi Alhama!
Por su temática:
La clasificación más habitual es esta:
- Romances históricos: Tratan temas históricos o legendarios pertenecientes a la historia nacional, como, el Cid, Bernardo del Carpio, etc.
- Romances carolingios: Están basados en los cantares de gesta franceses: batalla de Roncesvalles, Carlomagno, etc.
- Romances fronterizos: Narran los acontecimientos ocurridos en el frente o frontera con los moros durante la Reconquista.
- Romances novelescos: Con gran variedad de temas, aunque frecuentemente están inspirados en el folclore español y asiático.
- Romances líricos: Son una función de la libre imaginación y el gusto personal. Menéndez Pidal señala los rasgos subjetivos y sentimentales que reemplazan los detalles menos dramáticos del cantar de gesta original. Se eliminan los elementos narrativos considerados secundarios, y el romance abandona el contexto, enfatizando la acción inmediata. El poeta anónimo puede expresar sus sentimientos amorosos o favorecer temas folclóricos, personajes mitológicos, y sucesos fantásticos.
- Romances épicos: cuentan las hazañas de héroes históricos.
- Romances vulgares o de ciegos: narran hechos sensacionalistas, crímenes horrendos, hazañas de guapos o bandoleros como los siete del famoso Francisco Esteban, milagros, portentos etcétera.
Las tonadas de los romances son de carácter popular y de corta extensión. Por lo general, se repiten cada cuatro versos a modo de cantilena. Desde el punto de vista formal, estas tonadas suelen componerse de dos frases melódicas, la primera de cadencia suspensiva y la segunda conclusiva. Existen romances cuyo fraseo melódico es más largo y elaborado que el citado, aunque en estos casos se recurre a la repetición de uno o varios versos para lograr el perfecto encaje de la letra y la música.
Ejemplo de Romance:
POR LA TU PUERTA YO PASÍ - Anónimo sefardí o judeo-español.
Intérprete: Soledad Bravo. Imágenes: Barrio de la Judería de Córdoba (España). LETRA: Por la tu puerta yo pasí, Yo la topí cerrada. La llavedura yo bezí, Como bezar tu cara. Hixa hermoza nací yo, Tresalen los mancevos, Y ya mi mama me dexó, Que haga lo más negro. Por la tu puerta yo pasí, te vidi en la huerta, te demandí una condjá déjites "no hay abierta". Por la tu puerta yo pasí, Con todos mis amigos, En la tu ventana me pozí, Tañendo'l mandolino. En la tu puerta me pozí, Con un saksí de ruda. Salió tu mama y me dixo: No tengo hija hermoza. Hermoza sos en cantidad, Honestidad no tienes, Millones si me vas a dar, Mi gente no te quieren.
RESPONDER BANCO DE PREGUNTAS.
Advertencia: no pase a la siguiente Unidad sin haber contestado el Banco de Preguntas de esta unidad. REcuerde que la programación establece el estudio de una guía por semana.
Ir a la Unidad 03 - VI, titulada NOMENCLATURA DE LA QUÍMICA INORGÁNICA.
